El artículo de Lobo y colaboradores publicado en el último número de la Revista Argentina de Cardiología (1) nos enfrenta a una verdad incómoda: en pacientes con diabetes tipo 2, los scores de riesgo cardiovascular no siempre coinciden, ni mucho menos nos dicen lo mismo. En esta cohorte de prevención primaria, los autores aplicaron múltiples calculadoras y observaron resultados dispares: según el modelo, entre un 10 % y un 70 % de los pacientes eran considerados de alto riesgo. ¿Qué hacemos los clínicos con esa información?
La discordancia entre herramientas es más que un problema estadístico. Es una dificultad práctica: ¿en quién intensifico el tratamiento? ¿Con quién soy más agresiva en el control de lípidos o en la elección de antidiabéticos con beneficio cardiovascular? Este trabajo muestra que, aunque hay buena correlación entre scores, la concordancia real (es decir, si coinciden o no en la clasificación final) es baja. Y eso nos deja solos, otra vez, con el juicio clínico como brújula.
La diabetes no es una entidad uniforme. Tiene fenotipos distintos, evoluciones diferentes y, sobre todo, un riesgo cardiovascular que no es igual para todos. Durante años asumimos que todo paciente con diabetes mellitus tipo 2 era equivalente a un cardiópata. Hoy sabemos que eso es una simplificación peligrosa. (2) Pero pasamos al extremo opuesto: scores cada vez más complejos, que incluyen decenas de variables… y aun así no se ponen de acuerdo. (3)
En ese contexto, la búsqueda de enfermedad subclínica, como la ateromatosis carotídea que evaluaron en este estudio, vuelve a cobrar sentido. Encontrar una placa en un paciente “intermedio” puede justificar una intervención más agresiva. (4) Y, por otro lado, si un paciente sin otros factores no tiene evidencia de daño vascular, quizás podamos ser más prudentes.
El mensaje es claro: los scores ayudan, pero no deciden por nosotros. Y si bien seguimos esperando un modelo simple, calibrado localmente y útil en la práctica, mientras tanto seguimos haciendo lo que mejor sabemos: escuchar al paciente, mirar su historia, interpretar sus estudios y tomar decisiones compartidas. A veces, eso vale más que cualquier algoritmo. (5)
Consideraciones éticas
No aplica
Declaración de conflicto de intereses
La autora declara no tener conflicto de intereses.
(Véase formulario de conflictos de interés de la autora en la Web).